sábado, marzo 01, 2008

BUS STOP


Primer día de vacaciones y primer día de gripe. ¿Hay alguna explicación razonable y sobre todo justa de porqué me ocurre esto a mi?...
Los virus me hacen delirar y escribir tonterías, un poco como si estuviese colocado, jijiji.
Ahí va mi golpe de fiebre de las 10:30...
Esperando el bus.
En la parada estoy con una anciana de gesto severo y gafas con cristales reflectantes, un tío de traje que no para de tirar del cuello de su camisa y, justo a mi lado, una chica gordita con un poco de bigotillo que zarandea la cabeza al ritmo de su MP3. Allá arriba luce un sol cálido que creo nos hace a todos odiar el exceso de ropa que llevamos...
Según el panel luminoso de "parada informativa", al bus le faltan siete minutos.
Suspiro.
Tic-tac. Tic-tac.
De súbito aparece un viejo y renqueante coche rojo que desfallece justo delante de la parada.
- Que bonito -gruñe la anciana de las gafas de espejo- A ver donde para el autobus ahora.
Busca solidaridad entre nosotros pero todos miramos al firmamento, haciéndola bufar.
- Viva la ciudadanía-resopla, y yo he de parpadear asombrado-.
Del coche baja un hombre de unos treintaytantos, tiene el cabello rubio corto rizado, gafas oscuras y gesto de mala leche. No se me escapa el detalle de la camiseta blanca sin mangas y unos vaqueros insolitamente adheridos a su culo. A la jovencita del MP3 tampoco porque cesa el cabeceo y emite un "bufffffffffff" de neumático pinchado.
El hombre rodea despacio el coche moviendo los labios sin hablar ("la puta que lo parió", creo verle vocalizar aunque es solo una suposición ), pasa repetidas veces las manos sobre sus muslos -un poco innecesariamente, me parece-y levanta el capó del vehículo. Al hacerlo la camiseta asciende dejando ver una tira de piel bronceada y el elástico de sus calzoncillos sobre la cintura de los vaqueros, a la vez que durante unos interminables segundos muestra el vello castaño claro de sus axilas.
Esta vez la chica y yo emitimos el "buff" al unísono y nos observamos de reojo, tengo una cómplice en la sesión creo, en tanto que la viejecita y el ejecutivo nos miran estupefactos.
El propietario de ese trasero que hace ondular la realidad ante nuestros ojos pasa unos instantes en la misma posición, contemplando el motor con suma concentración y perplejidad, tal cual como si viniesen las instrucciones en chino.
Al fin se gira hacia nosotros, avanza un poco chulescamente contoneandose sobre sus botas camperas
( "¡estaba en tu tabla de principios básicos!" chilla mi vocecilla de la moral, el buen gusto y el understanding "¡nunca con botas camperas!" )
nos sonríe deslumbrantemente
("gasp", emite la jovencita y por su rostro congestionado temo que se haya tragado el chicle y esté al borde de la asfixia )
y me dice, ¡a mi!:
- Perdona, sé que es mucho morro pero ¿podría usar tu movil?...el coche no arranca y...
Se me cae todo de las manos hasta encontrar el dichoso aparatito que, al sentir el contacto de papá zumba y anuncia: "batería off".
El juramento que suelto hace volverse a todos mis compañeros de parada con gesto de espanto.
- Se me jodió la batería -explico con sinceridad-pero si puedo hacer algo, lo que sea, para-para-para...
- Yo sé algo de coches -dice de pronto el ejecutivo tragando saliva, y todos le miramos con el ceño fruncido, yo sobre todo- Si quieres que le eche un vistazo a ver...
- Jo, de puta madre -exclama el rubio-.
El ejecutivo se quita la chaqueta revelando un torso trabajado en el gimnasio que no casa con su cara de pamplinas y una camisa algo sudada por la espalda.
( "Esto ya es demasiao"me susurra la jovencita con el labio superior cubierto de gotitas de sudor, "una pasada" convengo yo con un parpadeo largo y profundo)
Ahora vemos los dos traseros en pompa mientras sus dueños escudriñan las entrañas del vehículo, uno enfundado en tergal de Emilio Tucci, el otro apretado en tela tejana. No doy crédito a mis ojos cuando el rubio coloca la palma de su mano sobre la espalda del "yuppie"y señala algo riendo.
"¡Sodomitas!", sisea la anciana mientras la chica y yo salivamos cual coyotes famélicos a la vista de un pollo asado, de súbito el autobus llega con un chirrido, los tres corremos para entrar y nos perdemos en el interior. Yo llego hasta el final y alcanzo a ver la mirada de complicidad entre los dos hombres antes de alejarnos lentamente.
El amor es...
...un vehículo averiado.
Atchis.