lunes, abril 14, 2014

¡PELIGRO, CAPUCHONES SUELTOS!


Hoy que precisamente tengo un día bastante nefasto, voy a aplicar los principios "slow life" del post anterior y hacer "esto", quierese decir "escribir algo", ya que publicar aquí es algo que suelo reservar para los días de asueto y felicidad.
Evidentemente voy a dedicarlo a despotricar y para empezar lo haré porque llega la Semana Santa, que son mis "vacaciones" anti-favoritas. Antifavoritas porque son cortas, porque el tiempo suele ser un asco y además anda por ahí pululando el rollo-gore ese de los latigazos, las heridas sangrantes, las
crucifixiones y sobre todo ¡LOS CAPUCHONES! que me daban tanto miedo de pequeño. Cuando mi abuela me llevaba con ella a ver las procesiones me las pasaba detrás de ella agarrado a sus faldas diciendo por lo bajinis "que no me vean-que no me vean"...
...por suerte lo habitual no era eso: lo normal era que apenas comenzaban las vacaciones escolares nos montasen a todos en un coche y nos llevasen a la casa que mis otros abuelos tenían en la sierra burgalesa, un lugar situado a media docena de kilómetros del primer pueblo habitado. Allí nos
pasábamos diez días como pequeños salvajes trepando a los árboles, correteando por el campo y olvidados de santos y cristos hasta que el Domingo de los Huevos ( el último domingo en el que se comen los huevos esos de chocolate con sorpresa dentro ) llegaba la progenitora con una cesta de idems -huevos- envueltos en papel brillante de colores y anunciaba: "se acabó la juerga, hora de ducharse y despiojarse". Y nosotros estábamos tan atentos a ver quien cogía el huevo más grande que se nos pasaba por alto lo que aquello en realidad suponía, que era el anuncio del final de las mini-vacaciones...¡ah, la juventud!....

...este era el paisaje que disfrutaba en aquellos años mozos...

Ahora si me llevasen una semana a una casa en el monte sin más medios para distraerme que yo mismo, seguramente al tercer día moriría de aburrimiento...¿es que con el paso del tiempo aumenta nuestro nivel de exigencias o disminuye nuestra capacidad para divertirnos?....
...este año mi semana santa no va a ser -un año más- muy santa porque voy a pasarla echando juramentos maldiciendo mi suerte, a pesar de que según el método "slow-life" debería recuperar esa manera de vivir la vida de mis años mozos... ¡si es que lo voy a intentar!, tengo planes pero no quiero decirlos en voz alta porque estos días parece que apenas verbalizo una idea surge a continuación el inconveniente. Como pequeños alicientes seguiré leyendo entretanto "Lo que esconde tu nombre" de Clara Sanchez ( que no leí en su momento y me está gustando mucho más de lo que podía imaginar ) y seguiré poniendo banda sonora a estos días míos color gris-ratón con mis spotify-experiments y el precioso "The Same Sun" de Sharon Corr que me descubro escuchando cada poco...
Y como una regla básica para la felicidad consiste en tratar de ser superficial e incluso un poquito estúpido, si me pega la bajona... ride it!


¡Feliz lunes!