sábado, octubre 31, 2015

MI EXPERIENCIA PARANORMAL (¡a true story!)


Vaya por delante que ( uno ) soy bastante contrario a esta asimilación nuestra de las costumbres anglosajonas como ocurre por ejemplo con esta movida del Halloween -que es que cualquier año me veo comiendo pavo el día de Accion de Gracias aquí mismo, en mitad de la ruda meseta castellana- y ( dos ) soy además profundamente escéptico en todo lo que se refiere a las cuestiones sobrenaturales. Igual tengo una excesiva formación rollo-científico-racional, y aunque a mi espíritu romántico le encantaría que todas esas historias de fantasmas fuesen realidad por ponerle un poco de encanto a la vida, mi mentalidad analítica piensa que en el 99% de los casos en que se producen actividades "paranormales" hay una explicación natural y para el uno por ciento restante, si hoy no se encuentra, seguro que en un futuro cercano la ciencia podrá encontrar una respuesta razonable.

Aún así yo tengo mi pequeño "fenómeno" inexplicable que contar y, como hoy es día de oir cuentos de miedo, aprovecho y te lo cuento a ver qué piensas tú:

Tengo que ponerme -y ponerte- el traje de viajar en el tiempo para retroceder hasta mi último año de carrera en Salamanca, a primeros de un caluroso mes de Julio en un momento en el que practicamente la totalidad de la comunidad universitaria, terminado el curso académico, había emigrado ya de vuelta a sus lugares de origen. Sin embargo yo y mis compañeros de clase seguíamos aún atrapados allí hasta pasar un tardío y tremebundo examen final con el que estábamos sudando la gota gorda ( metafórica y real por el calorazo de aupa que hacía ).
Para sobrellevar ese último esfuerzo académico antes del descanso estival me reunía a diario para estudiar en casa de mi amiga Isabel, aprovechando que todas sus compañeras de piso se habían ido ya de vacaciones. Ellas tenían alquilado un viejo piso en el centro de la ciudad, en un edificio de tres plantas en el que las chicas ocupaban el tercero. En ese momento del verano el bloque entero debía de encontrarse practicamente vacío a excepción de mi amiga, la última residente del invierno antes de que durante los dos meses siguientes de verano llegase la invasión de estudiantes extranjeros que ocuparían temporalmente los nichos vacíos dejados por los inquilinos habituales.

Aquel día habíamos estudiado hasta muy tarde y después, un poco porque Isabel no se sintiese sola, me quedé a cenar con ella y luego a ver una película en la tele que resultó ser justamente una de miedo de esas de la serie "Viernes 13" o algo parecido. La única habitación de la casa con televisión contaba además con una pequeña terracita y creo que justo por tenerla abierta y evitar que por efecto de la corriente las cortinas revoloteasen por delante de nuestros ojos molestándonos para ver la película  ( en virtud de esas fantásticas disposiciones de los pisos de estudiantes ,) dejamos la puerta del cuarto cerrada. En ese  plan cenamos medio tirados en la cama cada uno con una bandeja sobre las rodillas y riendo y chillando cuando la película lo requería, hasta que por fin terminamos sentados en el suelo frente al balcón con la luna y las farolas de la calle como única iluminación, hablando en voz baja de todo lo que habíamos pasado aquellos años allí y también del futuro incierto que teníamos por delante...
Fue en ese momento impreciso tras la medianoche en el que la ciudad y nuestro entorno estaban en absoluto silencio cuando, sin previo aviso, se escucharon dos fuertes golpes en la puerta de la habitación como si alguien desde el pasillo llamase queriendo entrar.
Recuerdo que durante unos largos segundos nos quedamos congelados... al fin miré a mi amiga que en ese momento dirigía la vista hacia la calle sin atreverse siquiera a moverse. Cuando por fin lo hizo fue para susurrarme en tono casi histérico:
"...¡hay alguien en el pasillo!...¡se ha metido alguien en casa!"
Era algo tan absolutamente imposible e irreal que pasados unos segundos logré convencerme de que había sido una alucinación y, tras tragar saliva y respirar hondo, le respondí en voz baja:
"No seas idiota. Seguro que es algún vecino que ha dado dos patadas al suelo y nos ha parecido que alguien golpeaba la puerta...."
Casi no pude ni terminar de decirlo porque al momento otros tres tremendos golpes sacudieron la puerta haciendo temblar la madera ante nuestros ojos.
"¡Joder ,tío que hacemos!" empezó a gimotear mi amiga estrujándome la camiseta como si yo no estuviese tan acojonado como ella.
Traté de tranquilizarla y nos quedamos en la minúscula terraza contemplando la calle vacía y dándonos el uno al otro todas las explicaciones coherentes que podíamos encontrar pero que no parecían posibles. Antes de que mi amiga llevase a cabo la idea de utilizar una sábana para descolgarse por el balcón e ir directa a la policía, agarré  (y aunque me muero ahora de la verguenza al contarlo juro que es cierto) un cuchillito de los que habíamos usado en la cena, la agarré del brazo y dije:
"No vamos a estar aquí toda la puta noche esperando que se haga de día. Vamos a salir de la habitación y a recorrer la casa entera a ver si es verdad que hay un intruso."
"¿Pero y si lo hay?"
"Coño, nosotros somos dos, y tenemos cuchillos" respondí animándola a que cogiese también el cuchillo de untar la mantequilla para defenderse.
...la siguiente media hora recorrimos entre sustos y grititos habitación por habitación, encendiendo una luz tras otra, moviendo las camas y abriendo los armarios para asegurarnos de que no había nadie allí, hasta llegar al recibidor y cerciorarnos de que el piso estaba vacío a excepción de nosotros dos.
A esas alturas el asunto ya nos parecía casi producto de nuestra imaginación y nos reíamos nerviosamente del susto que nos habíamos dado por una tontería.
"Pues nada, entonces me voy a mi casa" anuncié ,seguramente demostrando ser muy poco caballeroso.
"¡Pero si serás hijoputa!" chilló mi amiga echando el candado y los pestillos a la puerta "Tu esta noche te quedas en la cama de la Manoli y mañana ya veremos".

...como suele ocurrir en las historias aburridamente reales, no pasó nada más: al día siguiente desayunamos en silencio sin hablar del tema, luego me marché a mi casa y por como se desarrolló la vida después también fue la última vez que estuve en casa de Isabel y también casi la última oportunidad en que estuvimos juntos para hablar con confianza sobre ninguna cosa en concreto...¡y mucho menos sobre esta "apasionante" experiencia!. 
Solo me queda aclarar para asegurar la posible "paranormalidad" que mi amiga vivía en el tercero, encima de ella solo estaba el tejado y el piso de debajo llevaba años deshabitado... 
...¿en medio de tanto silencio pudimos sentir así de cercanos golpes que se producían en otro punto más alejado del edificio ?
...¿¿¿eligió algún espíritu errante justo ese momento de oscuridad y silencio de la noche de verano para hacernos sentir su presencia???
...¿habrá alguna explicación razonable a esta que a día de hoy es mi única experiencia "sobrenatural"?

¡Buen Halloween!


...ahhh, la he puesto mil veces, sí, pero es que en estas fechas no puedo resistirme a esta canción de mis Puppinis...