martes, noviembre 24, 2015

MI AMANECER GAY: LA PRIMERA PELI PORNO


Siguiendo la línea recientemente abandonada de entradas íntimas y personales, hoy voy a recordar un entrañable momento que en esa era inmediatamente previa a la invasión generalizada de internet, quien más-quien menos ha experimentado de una forma u otra: el visionado de su primera peli-porno-gay.

A ver.
Que levante el dedo quien no ha visto ninguna, aunque sea solo un cachito.
¿No viste más que aquel cachito?...¡pues bueno, no viste más pero aquella fue la primera!

Y decía yo lo de la era pre-internet porque en aquellos tiempos el acceso a determinado tipo de información clasificada como ... como....

¿como así?...¡glup!

...era más complicado, y a pesar de ello pues no sé: en aquellos momentos de mi amanecer gay ( más tardío que el amanecer en los casquetes polares tras los seis meses de invierno ) pues uno estaba invadido de una elemental curiosidad. No sé, pensabas que lo que creías que te gustaba DE VERDAD te gustaba, pero tampoco tenías una idea concreta de en qué consistía lo que creías que te gustaba y entonces...¿quien sabe?...¡igual al final resultaba que no te gustaba!

"Ay" se pregunta Gerardo "¿será ese culete lo que quiero?"

Total, que uno estaba necesitado de una documentación gráfica clara, objetiva, precisa y sin pesados circunloquios psicoanalíticos ni farragosos tecnicismos anatómicos, esto es: ver qué es lo que hay cuando hay lo que hay. Tras tragar mucha literatura romántica al respecto y leer innumerables escenas delicadamente descritas sobre el asunto sexual entre dos caballeros, llegó un momento en que creí necesario visualizar en qué consistía un encontronazo sexual exclusivamente masculino.Para comprobar si los revoltijos hormonales que yo notaba en la pituitaria al olisquear algún chulazo en los contornos eran solo divertidas fantasías que no precisaba llevar a la práctica o si por el contrario aquello se trataba de un típico caso de "Observo y Experimento" ( como se titulaba mi entrañable  libro de ciencias del colegio ).

"¿En que consiste el asunto, oh, my God?...¿es cuestión nada más de
 arrimar la cebolleta?"

"Que gran error, angelito" diría ahora mi psicóloga sexual nunca contratada "el porno no debe utilizarse como instrumento educativo, una relación sexual normal no tiene nada que ver con lo que aparece en ese tipo de películas. ¿Porque nunca me pagaste 50 euros por sesión para haberte podido explicar todo esto muchísimo mejor? "

No sé...¿porque quizás hubiera sido mucho más aburrido?...

De una forma u otra, el destino se solidarizó conmigo apareciendo en forma de aquellos cajeros automáticos que durante un tiempo tuvieron los video-clubs ( ...sí, video-club...¿te acuerdas?...eran aquellos sitios a los que ibas a alquilar las películas y que se fueron al garete cuando empezaste a bajártelas de internet, perrete ). Aquella era la solucíón ideal: no tenía que esperar a que no hubiese nadie en el mostrador del video-club para presentarme ante el dependiente con las orejas coloradas llevando entre mis manos alguna cosa en plan "El jardinero y el bombero metiendo la manguera" o "Hot Dogs Hots - meneando las salchichas". Simplemente tenía que acudir a una hora intempestiva nocturna al cajero y, con esa nocturnidad y alevosía, sacar la cosa más guarra que hubiese a la vista para después en la intimidad de mi hogar proceder al experimento sexológico.
Para ello tuve que sustraerle la tarjeta del asunto a mi hermano, porque por aquel entonces yo todavía trabajaba muy al salto de la mata y no podía contratar esos servicios multi-media de luxe. Él nunca me ha hecho mención después del hecho pero...¿le llegaría alguna vez una especie de extracto de las películas que había sacado por el cajero con el importe que había gastado?...

7'99 € por su alquiler del título "Mandanga en el Sofá"

...entonces yo estaba muy loco y muy decidido y no pensé ya en esos asuntos de privacidad familiar, (siempre podía decir "vaya, iba a coger una película de acción y empezaron a salir hombres desnudos apretándose unos con otros, ha-ha-ha, ¿te lo puedes creer?"): fui, anduve rebuscando y por fin me decanté por un film con un título ( "Taco Duro" ) que me pareció suficientemente poco cochino como para poder justificar lo injustificable, esto es, sacar una película porno-gay por error pensando que me llevaba un documental sobre campeonatos de billar. 
Y es que mi primera película porno estaba ambientada en oscuros garitos nocturnos en los que casi todo sucedía en torno a una mesa de billar...

Señor de la gorrita: "uff, parece que me pica aquí...¿quieres venir a rascarme?"
Señor de barbitas: "¡ay de mi, se está cogiendo su cosa! ...¿me llevará por
lo menos al retrete o querrá poseerme aquí sobre el tapete?"

Y la verdad, jóvenes castores, debo deciros que me aburrí soberanamente: pasados los primeros diez minutos de ver pichulinas al aire y a caballeros interesados en las pichulinas de otros caballeros, empezaron esas escenas larguísimas en la que la gente está chupando cosas, metiendo cosas o permitiendo que le metan cosas durante lapsos de tiempo que no creo que sucedan nunca en el mundo real....
"Quizás debamos pensar que eres un eyaculador rápido, jovencito" especula mi psicóloga sexual nunca contratada "¿ves como debiste venir a mi antes de causarte daños irreparables en tu sexualidad y tu autoestima?"

No sé, aquello no tenía nada que ver con lo que me había imaginado, y al final la verdad es que tampoco tuvo nada que ver con lo que sucedió mi primera vez en "la vida real".
Que no fue ni mucho menos así...

....ohhh, l'amour...

...pero por suerte tampoco tuve que tirarme media hora chupándole el ciruelo a un señor, jajajaja.

He intentado buscar alguna imagen de aquel mítico primer film porno en mi historial pero no ha sido posible y tampoco creo que hubiese resultado excesivamente instructivo.
La idea era...

...vaya, ¿y que carajos quería venir a decir yo con todo esto?...


Esta maravillosa -y además oportuna-canción me tiene loco.

 No hay perdón si no le diste al play.

¡Feliz ecuador de semana!